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Carles Garrigues, profesor de Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC) asegura que «los móviles pueden escucharnos por el micrófono, pueden grabar vídeos, hacer capturas de pantalla o utilizar el GPS para saber cosas de nosotros». Si una aplicación móvil quisiera escuchar las conversaciones privadas de sus usuarios con el fin de ofrecerles publicidad personalizada, sería necesario ejecutar un algoritmo de reconocimiento de voz. «Por el micrófono se registraría toda la conversación, que posteriormente podría ser enviada a los servidores de la empresa, y después, gracias a un reconocimiento de voz, podrían identificarse palabras clave y estas ser asociadas a productos o anunciantes concretos.» Ahora bien, Garrigues asegura que se trata de un procedimiento «complejo», ya que, aunque esta práctica sea «técnicamente posible», es «muy arriesgada». «No es difícil ver si una aplicación hace un uso poco normal de la red o el procesador, lo que podría delatar a la empresa que hay detrás», explica.


Sin embargo, Garrigues constata que este fenómeno solo puede tener lugar si «el usuario previamente ha concedido permisos a la aplicación para utilizar el micrófono». Lo mismo defiende el profesor de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC Miquel Peguera, que asegura que «la escucha de conversaciones privadas para la creación de perfiles y para la presentación de publicidad personalizada requiere en todo caso el consentimiento de la persona interesada, que debería tener previamente una información clara y completa sobre este tipo de tratamiento de sus datos». Aun así, Peguera alerta de que siempre sería «un tratamiento de datos personales muy problemático, puesto que las escuchas también captarían la voz de terceros que ni habrían sido informados ni habrían podido otorgar su consentimiento».

 

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La privacidad en el uso de teléfonos móviles genera muchas preocupaciones hoy en día. (Foto: Unsplash / RawPixel)

 

Lo que es más fácil que ocurra, añade Garrigues, es que después de hacer búsquedas en internet como usuarios de una cuenta de Google, «aparezcan anuncios relacionados con los productos que hemos buscado en el ordenador o en cualquier otro dispositivo en el que estemos identificados con el mismo usuario».


La publicidad en línea está basada, cada vez más, en la segmentación del público mediante perfiles creados a partir de nuestro comportamiento, que tienen en cuenta tanto la actividad de un usuario en internet, que se puede rastrear de diversas maneras, como su conducta fuera de línea. «La elaboración de perfiles de este tipo implica un tratamiento de datos personales, por lo que este proceso debe cumplir todos los requisitos en relación con la protección de datos», asegura Peguera.


La profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC Neus Soler considera que se trata de una estrategia de marketing «muy imprudente», ya que se utiliza en un momento en que «la gente está tomando mucha conciencia respecto a la protección de datos». «Ofrecer publicidad en función de una conversación que se entiende como privada, y no en función del comportamiento del usuario en la red —que sería una manifestación explícita—, puede disminuir la confianza que el usuario deposita en una aplicación y crear rechazo en quien se anuncie», asegura la profesora, que también es experta en marketing digital.


Soler asegura que nos encontramos ante la extensión de un concepto que se empezó a practicar en las páginas web y que ahora llega a las aplicaciones móviles: la publicidad segmentada a partir de sistemas inteligentes de recomendación. Este tipo de publicidad tiene muchos aspectos negativos para los usuarios, ya que «pierden la privacidad de sus datos, que se convierten así en un producto para las marcas, las cuales pasan a tener más poder de influencia sobre ellos», explica esta profesora.


Según un informe de Ditrendia, durante el año 2017 el 58 % de la inversión en marketing en línea del mundo ya iba destinado a los dispositivos móviles, y se espera que este año llegue a crecer hasta un 62 %, lo que representará el 26 % del total de la inversión publicitaria. La experta en marketing digital asegura que cada vez veremos más publicidad de este tipo en nuestros dispositivos. «El objetivo es incluir publicidad en cualquier espacio donde pueda tener efecto. Estos espacios son los lugares donde se concentra la gente y a los que dedica más tiempo, como las redes sociales y las aplicaciones móviles, como recientemente ha hecho WhatsApp», asegura Soler.


Garrigues asegura que «las aplicaciones no pueden acceder al micrófono de los usuarios ni utilizarlo si estos no lo han aceptado previamente». Una vez la aplicación tiene el permiso para utilizar el micrófono, «es muy difícil saber si este es utilizado en un momento determinado», asegura el profesor.


Ante esto, los expertos recomiendan al usuario informarse de si ha dado permiso a la aplicación para que esta tenga acceso al micrófono. «Lo más importante es que los usuarios estén atentos a los permisos que conceden a las aplicaciones que tienen instaladas en sus móviles», concluye Garrigues. (Fuente: UOC / Alba Pueyo)

 
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